ODISEA DEL AUTOR – EL MAESTRO DE LA MANO NEGRA
11. Cruzar El Río Del Cambio Para Encontrar Un Yo Nuevo
He llegado a la conclusión de que la serenidad interior es la base principal de la felicidad. La vida no es perfecta, las personas somos imperfectas, pero vivir es maravilloso. Que una dificultad nunca nos impida ver la belleza, la luz o las estrellas. La aceptación de nuestras realidades y la fragilidad de la vida con sus aristas más agudas nos harán asimilar nuestras limitaciones, la vejez, la muerte… La temporalidad y fugacidad de la existencia nos motiva más a saborear la vida, a no enredarse en estúpidas disputas que solo importan a nuestro ego.
Debemos ser conscientes: lo que nos perturba o carecemos depende de cómo lo afrontemos. La alternativa es clara: no empantanarnos en las tristezas, tomar aire y renovarnos para seguir caminando mientras dibujamos en la cara una nueva sonrisa, y cuando ya se nos ha olvidado volvemos a enmarcar otra nueva, como la pintaría un niño, de oreja a oreja.
Con pensamientos que me ayuden en mi proceso de sanación, deseo ser el conductor de mi vida, componiendo el día a día con optimismo interno desde el corazón y haciendo florecer la alegría, con confianza en mi destino, con entusiasmo en mis proyectos y agradecido por lo que dispongo y disfruto.
Ya no estaba en la enseñanza, aunque seguía con mi amigo un curso de desarrollo interior que han conformado mis pensamientos actuales. Joe Dispenza, Lipton, Pablo d’Ors, Tolle… han sido nuestros principales maestros, sin renunciar a la espiritualidad de personajes revolucionarios como Buda o Jesucristo.
Hemos buscado, en un proceso que no termina, cruzar el río del Cambio para encontrar un yo nuevo, con emociones positivas. Sabemos que el estrés y la ansiedad favorecen la inflamación crónica, la segregación de adrenalina. Luchamos para que estos males queden anclados en el pasado. Nuestro organismo es maravilloso y complejo, está compuesto de cincuenta billones de células y cada día millones son reemplazadas. Sabemos que estas células son programables con nuestros pensamientos y la influencia del entorno. Son posibles los cambios epigenéticos, más allá de los genes, provocados por nuestras emociones y circunstancias.
Nos adentramos con timidez en la asombrosa Física cuántica que nos ilustra sobre un mundo de posibilidades y la importancia de la energía, pensamientos y sentimientos. El Universo y hasta el átomo, un microuniverso, están formados más por energía y vacío que por materia. Pretendemos convertimos en un observador neutral de nosotros mismos y tratamos de tomar distancia de nuestros problemas, para no asfixiarnos en ellos. La perspectiva para alejarnos restará gravedad subjetiva.
Carlos Algora