DESTELLOS EN EL CREPÚSCULO
23. Desterrar las preocupaciones y los miedos.
El miedo justificado en tiempo real es una emoción que nos puede ayudar a ser más prudentes, aquellos miedos irracionales que condicionan nuestras vidas hay que afrontarlos y superarlos.
El miedo suele ser un temor a lo que podría ocurrir, no a lo que está sucediendo ahora. En este caso, el problema está en tu mente, que no está anclada en el presente y ello genera ansiedad.
No somos conscientes de que la preocupación que nos corroe por dentro ha sido una elección nuestra.
Seguro que podemos encontrar motivos para estar preocupados, pero ¿qué nos aporta estar inquieto?, ¿la preocupación nos ha ayudado alguna vez en la vida?
La preocupación y el miedo nada resuelven, nada ayudan, incluso empeoran nuestra vida personal.
Si podemos actuar para mejorar o resolver una situación, hagámoslo con serenidad y paciencia.
Hemos de aprender de las caídas y de las absurdas preocupaciones para no volver a caer de nuevo en ellas.
Solo el ser racional tropieza tres veces en la misma piedra, pero no hay más remedio que levantarse y seguir caminando.
Los fracasos forman parte de nuestras vidas, son lecciones que hemos de aprender y nos pueden ayudar a crecer interiormente.
Los sentimientos y emociones positivas nos ayudan a mejorar nuestro sistema inmunológico. Somos un ser integral.
Las preocupaciones, el estrés, la ansiedad… favorecen la enfermedad.
El gozo de vivir no debemos malgastarlo con ansiedades, ni aunque solo nos pronosticaran un mes de vida.
La existencia es maravillosa, pero implica siempre un riesgo que hay que asumir.
Podemos elegir entre el afán de poseer, dominar, trabajar y alimentar nuestro ego o el de crecer interiormente, ganar en espiritualidad y serenidad.
Desde mi enfermedad estoy aprendiendo a vivir con menos estrés, con humildad, sin anticipar temores ni buscar conflictos susurrados por mi ego.
Si una situación hay que afrontarla, por qué convertirla en un problema antes de tiempo. Si tiene solución en su momento la encontrarás, si no la tiene qué ganas con la preocupación. Si puedes actuar para prevenir, hazlo.
Es importante confiar en tu destino. La respuesta la encontrarás siempre desde la serenidad, con fe en tu fuerza y valentía.
Los miedos, si huyes de ellos, los alimentas y engrandeces.
“Todo lo que quieres está del otro lado del miedo”, expresa el profesor norteamericano y autor Jack Canfield, porque afrontar y superar tus miedos te van a dar más fuerza como persona.
Uno de los miedos más habituales es el de la muerte, hasta que la asumes como unida a la existencia. La muerte forma parte de nuestra vida. Mientras no sea traumática, hemos de aceptarla con naturalidad.
Nuestras vidas no son eternas, son finitas y son un don precioso que no podemos malgastar. “A vivir que son dos días” nos motiva el conocido refrán.
No podemos huir de la vida y estar siempre a la espera…, a que sanemos, a conseguir tal objetivo o deseo…
La existencia no es un camino de rosas, hemos de aprender a aceptarla con sus imperfecciones.
La vida no es perfecta, pero sé agradecido con lo mucho que te da, con los pequeños detalles, descubre lo cotidiano con ojos nuevos.
Como dice el verso de Benedetti:
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas
o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Poder ver, solo poder ver, es un don divino. Cuántas maravillas podemos contemplar con ojos curiosos: el amanecer (ama nacer, el constante ciclo de la vida…), un atardecer (la belleza del crepúsculo…), el cielo azul, el vuelo rasante de las golondrinas, un campo de amapolas…
Poder sentir un abrazo, un beso… de una persona amada, de un amigo, de un nieto.
El olor acogedor de una cafetera, de la tierra mojada…
Escuchar una música que emociona, el trino de las aves…
Saborear un plato hecho con amor…
Apasiónate con la vida, descubre cosas nuevas que puedes hacer, arregla con esmero tu jardín exterior e interior y VIVE.
Carlos Algora