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19. Sobre la espiritualidad y sus leyes según la filosofía hindú

Con estas reflexiones te invito a un encuentro contigo mismo y a darte un baño de espiritualidad.

DESTELLOS EN EL CREPÚSCULO

 19. Sobre la espiritualidad y sus leyes según la filosofía hindú

¿Qué es la espiritualidad?

Etimológicamente procede del vocablo latino spiritus, que podemos traducir por alma, alma o esencia.

Si la largura de la vida no depende de nosotros, nos debe preocupar más la anchura o, lo que es lo mismo, el crecimiento interior.

Cuidar nuestro ser interior es espiritualidad. Nunca me he considerado una persona religiosa, pero sí espiritual.

En el camino interior buscas la realización como persona, ser buena gente, ayudarnos a nosotros mismos y a los demás.

Hay personas muy espirituales desde diferentes concepciones religiosas, así el papa Francisco o Gandhi por señalar ejemplos significativos.

Según el filósofo Robert Solomon, en su obra Espiritualidad para Escépticos: Meditaciones sobre el amor a la vida, se puede ser espiritual sin practicar ninguna religión. Incluso puede haber una espiritualidad atea o agnóstica.

La espiritualidad indaga en un crecimiento interior alejado de los bienes terrenales y mundanos, busca dar sentido a la vida y respuesta a las grandes cuestiones existenciales.

Hay una proyección de la espiritualidad: la trascendencia, que va más allá del yo individual y que nos liga al universo y a Dios.

La conciencia racional y la espiritualidad nos diferencian de los animales.

En la India y en la filosofía religiosa del hinduismo, base sobre la que se asentó el budismo, se recogen cuatro leyes sobre la espiritualidad.

En la primera se expresa que nadie llega a tu vida por casualidad. Todas las personas que se cruzan en tu  camino tienen una razón de ser.

“Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevan mucho, pero no habrá quien no deje nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad”. Así lo expresó el gran escritor, erudito y filósofo argentino Borges.

Lo que sucede en tu vida es lo único que podría haber sucedido. Nos dice la segunda ley.

Acepto, no sin resistencia, que todo lo que me ha ocurrido en la vida no ha sido por casualidad. Lo que me pasó fue lo que tuvo que pasar y de ello he de aprender.

No soy persona acostumbrada a lamentarme, me considero afortunado. Sin embargo, mi metástasis ósea se podría haber evitado, así como el calvario que me hizo bordear la muerte. Todo fue fruto de una cadena de errores de diagnósticos y de la ignorancia médica sobre nuestra enfermedad, los paragangliomas.

No obstante, pese a la fatalidad, esta oportunidad de supervivencia me ha cambiado la vida, para darme mayor madurez, espiritualidad y sentido a mi existencia.

En mi familia hay un antes y un después. El mal que había pasado de generación en generación desde tiempos oscuros está desenterrado. Soy el paciente cero, la mutación genética está desenmascarada y ahora se puede prevenir para evitar la temida metástasis.

En mi sincera opinión, no todo lo que nos pasa es siempre lo mejor, pero una vez que ocurre y no hay vuelta atrás, la mejor respuesta es la aceptación y la superación con la lección aprendida, que equivale a lo que ya hemos comentado en estos destellos: Si no puedes con tu enemigo, abrázalo.

El conocido astrofísico Hawking, a quien diagnosticaron dos años de vida, logró sobrevivir 54 años más. Pese a su incapacidad física progresiva, logró explorar, con su mente, el origen del universo, los agujeros negros y divulgarlo. Lejos de lamentar su estado físico, escribió: “Aunque había una nube sobre mi futuro, encontré, para mi sorpresa, que disfrutaba más de la vida en el presente de lo que había disfrutado nunca.”

Los acontecimientos suceden cuando han de suceder, expresa la tercera ley, ni antes ni después. No ocurre cuando queremos nosotros, sino tal vez cuando estamos preparados, aunque no seamos conscientes de ello.

Aceptemos con respeto nuestro presente y afrontemos nuestros problemas y nuestro devenir.

La última ley de la espiritualidad hindú nos previene: Cuando algo termina, termina.

Somos personas en evolución, hay que seguir adelante, sin ataduras y sin mirar atrás. Hemos de aceptar las diferentes etapas de nuestra existencia y vivirlas con intensidad.

Esta cuarta ley, que es también una actitud ante la vida, nos enseña a avanzar sin lamentarnos, ni tristezas ni depresiones. Como dijo el poeta y filósofo Rabindranath Tagore: «Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas».

                                                                                                         

 Carlos Algora

2018-04-23T16:43:12+02:00 21 abril, 2018|Destellos en el Crepúsculo, Noticias|0 Comments