DESTELLOS EN EL CREPÚSCULO
20. Los cánceres de nuestro mundo
El cáncer es un desafío en la investigación médica que hay que dar solución, de igual forma en nuestra sociedad hay muchos males que mejorar.
¿Qué está ocurriendo en el mundo?
Vivimos en un planeta desquiciado, insolidario y asolado por el horror de la guerra. Lo triste es que nos acostumbramos y desayunamos con tragedias sin inmutarnos.
Resultan aberrantes, sin sentido, los ataques suicidas en nombre de Dios que buscan matar a cuantas más personas inocentes mejor.
¿Cómo explicar esta locura?
Los que somos supervivientes, porque la vida nos ha dado una segunda oportunidad, le explicaríamos a un yihadista, por ejemplo, lo maravillosa que es la existencia para arrebatarla sin sentido, aunque no creo poder convencer a un fanático.
No hay argumentos para justificar esta barbarie.
Sí podemos aproximarnos a la injusticia de las graves desigualdades que existen.
La desigualdad extrema es una de las lacras de la Tierra, hasta el punto de ser el hambre la principal causa de mortalidad en el mundo.
Los datos son espeluznantes, según UNICEF: 22.000 niños mueren cada día a causa de la pobreza.
Difícil dejar de recordar la imagen de un niño sirio, Aylan, por edad tenía la de mi nieto entonces, tres tiernos años, tirado en una playa, muerto tras haber naufragado su embarcación que huía de la guerra.
Conmocionó a casi toda Europa. ¿Hasta esa atroz tragedia hay que llegar para despertar las conciencias?
Sin embargo, el drama humano de la emigración y el coste de vidas en una triste patera es diario.
En la portada de los destellos, una fotografía histórica, la imagen de una niña con 9 años huyendo con otros niños de las bombas de napalm que prendió su ropa.
Sin duda esta fotografía realizada por un joven reportero de guerra, Nick Ut, influyó en la retirada de las tropas americanas de Vietnam.
Con el paso de los años, Kim, esta niña superviviente, está agradecida por esta imagen que muestra los horrores de la guerra: ‘Puedo trabajar con esta fotografía por la paz’.
En la actualidad, con más de cincuenta años, ha creado una fundación de ayuda para los niños más desfavorecidos de las guerras que han quedado huérfanos y es embajadora por la paz de Naciones Unidas. Viaja por el mundo contando su historia de supervivencia y superación.
¿Pero los tormentos son solo del pasado? ¿Qué atrocidades y barbaridades no se están produciendo en Siria?
En Guta oriental, como antes ocurrió en Alepo, se han bombardeado hospitales, población civil, entre ellos niños. En las zonas de guerra faltan medicamentos esenciales como antibióticos y bolsas de sangre.
Qué triste espectáculo el del Consejo de Seguridad de la ONU, que por la capacidad de veto de los países poderosos como Rusia, USA o China son incapaces de dar respuestas justas, no bélicas, a los dramas humanos.
La dualidad humana siempre está presente en los conflictos, desde la grandeza de voluntarios y ONG que se juegan la vida hasta la mezquindad del hombre que actúa por codicia económica o afán de poder.
No tengo buena opinión de muchos políticos poderosos, ni de aquellos que mueven el mundo con sus finanzas.
¿Pero qué hacemos nosotros? ¿Nos movilizamos contra los cánceres de nuestro mundo? El científico Albert Einstein fue un provocador para nuestras acomodadas conciencias: “El mundo es un lugar peligroso, no por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que ven lo que pasa y no hacen nada.”
Como el yin y el yang, como la dualidad humana, admiro a Jorge Bergoglio, el papa Francisco cuando dice: ”Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra”.
Rechazo la estupidez del mandatario más poderoso de la Tierra, cuando propone como solución a la violencia de los centros escolares en USA, con matanzas sin sentido: “Que los profesores lleven armas”.
La propuesta es absurda, propia de una persona arrogante e ignorante de lo que significa educar, un rico de origen emigrante que sueña con levantar muros para los inmigrantes pobres.
Admiro la respuesta estudiantil, que ha promovido grandes manifestaciones contra las armas, a la que llaman con gran sentido simbólico: “Marcha por nuestras vidas”.
Hay tantos síntomas que mejorar de los cánceres que corroen al mundo…
Violencia gratuita y absurda entre los hinchas ultras de los equipos de fútbol.
Violencia de los fanáticos que se aporrean e insultan con símbolos de diferentes signos.
Violencia machista, racista,…
Políticos corruptos que hacen de su cargo una oportunidad para su enriquecimiento personal. Como expresa el papa Francisco: «El corrupto no tiene amigos, sólo cómplices».
Uso infantil en redes de prostitución o para la guerra.
La incongruencia que supone el rescate de la banca con dinero público y, por contra, no dar oportunidades a las familias humildes para evitar un desahucio.
El gran negocio del tráfico de armamentos.
El hambre, la injusticia y la desigualdad de oportunidades donde las haya.
La manipulación de personas, entre ellas los jóvenes, por ideologías políticas y religiosas fanáticas. El peligro en las democracias de influencias manipuladoras por medios de comunicación, internet y redes sociales es una realidad. Tal vez así, y lo digo sin certezas, se pueda explicar el Brexit en el Reino Unido o la elección en USA de un racista como Trump.
Me temo que el fanatismo está cerrado al diálogo y a unos valores esenciales como Respeto, Tolerancia y Solidaridad que muchos profesores hemos tratado de inculcar a nuestros alumnos.
Carlos Algora