ODISEA DEL AUTOR – EL MAESTRO DE LA MANO NEGRA
9. ¿Una Bomba De Morfina Para Atajar El Dolor?
Por suerte, gracias a Dios y a mi destino, en ningún momento arrojé la toalla, fui ese junco flexible que toca el suelo con la tormenta del sufrimiento. Era el dueño de mi vida, el dolor me fortalecía. Me cambié a la Seguridad Social y había entrado en contacto con Isabel Tena, oncóloga de Castellón, una de las doctoras con más experiencia en nuestro país sobre los raros paragangliomas. Me aferré a ella como un náufrago perdido en las tinieblas de los pesares.
Cuando el pantano de la tristeza o de la melancolía amenazaba, no me daba tregua mental, “al enemigo, ni agua”. Una voz interna me gritaba con fuerza: “¡Cambio!” Para alejar los pensamientos negativos, para dibujar o esbozar en mi rostro una sonrisa.
―Reyes, nos vamos al cine.
―Pero, ¿al cine vamos a ir, si estás dolorido?
―Ya me encuentro mejor y puedo caminar un poco. Creo que aguantaré. Lo necesito.
Ese toque de osadía, de desafío personal positivo, sin locuras, me fue efectivo.
La capacidad de concentración en hacer lo que haces, de sumergirte con los cincos sentidos sin duplicidad de pensamientos, “Si duermo, duermo, si camino, camino” es una de las enseñanzas prácticas de la meditación y la filosofía budista, que trato de seguir en mi vida diaria.
Yo denostaba el tratamiento recomendado por un equipo de oncólogos, e influí de manera decisiva en la búsqueda de otras alternativas. Mi salud, tras cambiar de quimioterapia fue adquiriendo otro color con la ayuda de la doctora Isabel Tena, con nueva medicación y radioterapia en las vértebras más dañadas.
Los ataques repentinos y terribles de dolor me desaparecieron al dejar de medicarme con la quimio inicial que para mí fue un veneno tóxico que me agravó la enfermedad. Sé que un mismo medicamento puede ser sanador para unas personas y mortal para otras. En este sentido me parece revelador que la tercera causa de muerte en USA, según un estudio realizado en este país, son los tratamientos médicos. De la falta de investigación nadie tiene la culpa y con nuestro cáncer extraño muy pocos oncólogos sabían qué hacer.
Lo peor fue que en el invierno de 2015 mi metástasis había avanzado y los beneficios de la intervención de noviembre de 2014 habían desaparecido. Los pinzamientos de la médula espinal y del nervio cubital se agravaron. Era volver a empezar… A través de una intervención quirúrgica pensaron instalarme una bomba de morfina, pero en una prueba previa demostró no ser efectiva para los dolores neurológicos. Qué extraño me parecía, una bomba para atajar el dolor. En las consultas debía esperar tumbado en una camilla, a veces ni tan siquiera podía estar sentado.
Carlos Algora