DESTELLOS EN EL CREPÚSCULO
24. La luna, inmensa, con fulgores de sangre acaricia el horizonte
Fotografía tomada por Cati desde la masía que comparte con David, el Can Pecador (Barcelona), en la noche del 8 de julio de 2017.
¿Cómo rendir un homenaje, un recuerdo, a una persona querida, a la que tanto agradecimiento debo? Mañana, 8 de julio, se cumple un año de su fallecimiento.
La luna, inmensa, en un cielo azul y cárdeno.
Con palidez amarilla y fulgores de sangre acaricia el horizonte.
Al norte, amigos con ojos acuosos y almas en vilo la contemplan.
Al sur, frente a la costa gaditana, miré también la luna, radiante, con lágrimas de plata sobre el mar.
Desde la Antigüedad se ha interrogado al cielo para buscar respuestas.
El destino está escrito en las estrellas, clamaba el egipcio.
Astrónomos sostienen que somos polvo de las estrellas desde el Big Bang.
En la noche del ocho de julio la luna estaba hermosa.
Nuestra amiga camina en paz por la eterna inmensidad.
El cielo está muy radiante…
María José Tena era mi lucero cuando estaba perdido en las tinieblas de la enfermedad.
Cuando yo era un náufrago y me preguntaba: ¿Por qué a mí? Cuando siempre había llevado una vida sana y mi lema había sido prevenir…
Cuando los médicos que me atendieron no sabían nada de nada sobre mi rara enfermedad genética, pese a los antecedentes en mi padre, en mi familia, en mí mismo… Nada sabían.
No sabían nada y yo me asfixiaba. Un fisioterapeuta me aplastó dos vértebras y así afloró mi extendida metástasis.
En ese infierno estaba, en esa extraña maldición, cuando a través de su prima, la doctora Tena, descubrí a Maijo, su nombre de luchadora y amiga.
Perdido en la miseria de un mar tenebroso vislumbré ese lucero, que me dijo que pese a todo aún había esperanzas.
Sus imágenes médicas iniciales, parecidas a las mías entonces, reflejaban su evolución positiva y hacían anidar mis anhelos.
Nuestros esqueletos eran campos minados de lesiones.
“Todos somos un espejo… Todos… en el camino empujándonos unos a otros. ¡Arriba ese ánimo!”
Hemos compartido tanto…
Días de hospital en Castellón a la espera de una cementación.
En mis cuentos fantásticos y épicos de superhéroes como Superdavid, ella es la única Cementowoman.
Consejos, muchos de su parte… Me animaba siempre con una sonrisa, su resignación, esperanzas y dulzura de vida.
Conversaciones por teléfono y recomendaciones prácticas antes de viajar a USA…
Entrar en su wasap, donde están recogidos a golpe de ansias y esperanzas nuestros diálogos, me dan vértigo. Pero forma parte de mi homenaje…
Mi experiencia en el NIH de Washington no fue lo positiva que yo esperaba, no me abrió nuevas perspectivas de sanación.
Llegué a la conclusión de que los pacientes americanos con nuestras extendidas metástasis están peor que nosotros en España.
Como junco flexible que se abate sin romperse, aunque desanimado, le escribí tras mi regreso en febrero de 2017:
”Estoy acostumbrado a caer y levantarme con más decisión en mi sanación. Y tú eres un ejemplo para mí de que sí se puede”.
“Claro que sí, Carlos (me confortaba Maijo). Allí tomaron el camino más fácil, pero nosotros estamos acostumbrados a caminos con muchas dificultades. Todos somos un espejo, unos de otros de una manera u otra te ves identificado con alguien y ¿sabes lo mejor? Que todos estamos en el camino empujándonos unos a otros, así que arriba ese ánimo”.
Unos días más tarde le expuse:
“Me alegra mucho llevar tu tratamiento y ello me da fuerza, las imágenes de curación tuya son muy sorprendentes. ¿Tú no podías caminar? Yo tengo muchas dificultades”.
Ella me animó:
“Ya verás como sí. Yo caminaba con muletas. Y ahora voy a caminar todos los días una hora”.
“Es lo que yo quiero. Muchos besos…”
“Nada, ya iremos hablando. Me voy a caminar. 🚶🚶🚶🚶”
En abril de 2017 me asoló un oportunista, el herpes zoster cabrón. El Temodal que tomábamos nos bajaba las defensas y los linfocitos eran mínimos.
Una vez más, Maijo que también había tenido el Zoster cabrón, me consoló.
A finales de mayo ella tuvo una fuerte anemia. Le respondí entonces:
“Lo importante es que todo vaya bien. Tú eres nuestro modelo de sanación. Mucho ÁNIMO”.
A primeros de junio me escribió: “Hoy he llegado a casa. Diez días ingresada. Las defensas van subiendo poco a poco. A ver si en casa suben más rápido. Yo misma me destruía los glóbulos rojos. De momento me han quitado Temodal y Septrin forte y tuvieron que hacerme transfusión. A ver si me recupero el 20 tengo el lutecio, no sé cómo irá.”
Su cuerpo y sus bajas defensas necesitaban mayor descanso, nadie se puede escandalizar si digo que la quimioterapia nos cura, pero también nos envenena y mata si no se calibran bien los períodos de descansos y no se cuida nuestro sufrido sistema inmunitario.
Y la fatalidad ocurrió y mi lucero cayó del cielo para dejarnos abatidos y rotos.
Su sobrina Andrea le dedicó un tierno y sentido poema, que iniciaba así:
Allá donde esté, ella se llevó esta poesía. Así que cuando la leáis será como una especie de vínculo entre ella y nosotros.
Maijo, Mª José, Madrina, Tía, Mama…no importa cómo la llamaseis, si tuvisteis la oportunidad de conocerla, seguro que compartís conmigo muchos de los fragmentos de este poema:
El cielo está triste,
incluso él, sí.
Se quiere aguantar,
pero tarde o temprano
él también va a llorar.
…
El 8 julio de 2017, cuando se presentía el terrible desenlace que llegó ese mismo día… Lloré ahíto de dolor.
¡Una inquietud me agita y me retuerce el espíritu en estos días, un pálpito frío me despierta en la madrugada! Querida María José Tena: ¡te queremos y te queremos!
Sorprendiste a los americanos en el NIH. Nos sorprendiste a todos en tu camino de sanación. Contigo no pudo el cáncer…, fue la fatalidad, unos traicioneros oportunistas asolaron tu castigado cuerpo. Como pionera nuestra, como buque insignia en la lucha contra la enfermedad, nos avisas de los peligros una vez más.
La vida es un milagro; la muerte, a veces, pura lotería del azar. Vivamos, pues, lo que nos toque vivir sin miedos, con dicha y paz. La vida es fugaz.
Querida Maijo, camina en paz por toda la eternidad. Brindaremos por ti. Por tu recuerdo hermoso, preñado de esperanzas y de ayuda sincera a los demás. Por mantener tu ejemplo, ánimo y tesón.
Confiamos en que un milagro fuera posible. Nos dejas abatidos, nuestras esperanzas heridas… Siempre te sentiremos con nosotros…
Carlos Algora